viernes, 24 de abril de 2020

Mi almacenero: entre el COVID, la inflación, los precios y sus controles

1. En lo cotidiano.

A veces lo cotidiano sirve para simplificar un asunto en función de los destinatarios de su explicación.
Además que puede resultar mas atractivo, por incluir vivencias que a todos resultan familiares y los atraigan a mantenerse en a lectura.
En el mundo virtual, "Click is King": la tiranía de la ansiedad parece no admitir grandes extensiones de texto. Pero hay temas que parecen merecer un tratamiento mínimo indispensable, que puede conllevar cierta extensión
Un tema como la INFLACIÓN, a modo de enfermedad crónica, que mantiene su intensidad de dolor pero que en "el paciente" (Argentina) parece no impulsarlo nunca a curarse: no puede resolverse con "posteos" sometidos a la "tiranía del click". Mucho menos, pretender "cerrarlo" en 280 caracteres.
En fin, el COVID-19 ya entre nosotros agrega a un escenario macroeconómico de desastre en casi todos los frentes, pero particularmente en el de la inflación. Un desafío de recurrente derrota.
Lanzados todos en la insostenible política anti-inflacionaria de los Gobiernos, ya no importa el color político (y que a mi juicio es más que nada de origen conceptual, de prejuicio ideológico y hasta de comodidad electoral del sector político) este fenómeno sanitario, coronavirus, parece destinarnos a observar y algunos soportar las viejas, trilladas y fracasadas herramientas de controles directos sobre precios.
Es que nos dicen que estas circunstancias angustiantes y de necesidad, son ideales para que florezcan los "vivarachos", que "aman" aprovecharse "de la necesidad del pueblo". Asentarán esta afirmación en aquella otra que dice: el hombre es bueno, pero es mejor si lo controlan.
A ello cabe responder con una pregunta: "quién controla al controlador".
Ellos dirán: el pueblo, a través del proceso electoral periódico. 
Y yo diré que la historia no parece demostrarlo, mas bien todo lo contrario. 
Tal vez, desde un sector menos populista dirán: lo controlan las garantías constitucionales a través del Poder Judicial. 
Con ello podría coincidir si la Constitución tuviera un diseño acorde y férreo, como la que sugiere James Buchanan en "El Poder Fiscal". Y también si los antecedentes cercanos nos mostraran un Poder Judicial que responde en consonancia con dichos principios. 
Pero ya nos hemos alejado tanto de 1853/1860, que esas instituciones hoy lucen plasmadas en "palabras" maleables, integrando normas siempre "grises", siempre "laguneras". Todos flancos débiles que le permiten al sector político tradicional (poder ejecutivo o legislativo) "entrar" y darle el sentido por él deseado, siempre en su interés y sin observar la esencia de dichas garantías. Para colmo, a veces parece, con la connivencia del poder que debería controlarlo.
¿Entonces? Entonces es que nadie controla al controlador. Es la única realidad. 
Pues además se nos ha convencido que su conducta regular es benevolente: sugiere a los ciudadanos no preocuparse, pues será el Gobierno quien lo hace por ellos y actúe en interés de ellos.
En ese marco institucional se encuentra nuestra vida diaria, hoy con el COVID19 entre nosotros, incluyendo en ella: los precios y la inflación, además de las tantas otras tragedias argentinas. 

2. Los precios nuestros de cada día.

Fui a mí almacén de proximidad (esquina de mi casa) a hacer una compras y allí se dio el siguiente diálogo, que disparó la presente entrada de blog.
Lo transmitiré en los mismos términos coloquiales, sencillos, en que se dio.

- Almacenero (ALM): (me sabe Contador) che!, ¿así que tenemos que tener todo en orden, porque de la Muni vienen a controlar?

- YO: no sabía ¿qué controlan? ¿protocolo de atención? ¿distanciamiento? ¿procedimientos sanitarios por el Covid?

- ALM: Nooo...yo me manejo con barbijo, acá tengo el alcohol en gel y no dejo que entren más de dos personas por vez.

- YO: ah! bien!...y entonces ¿qué control te preocupa?

- ALM: el de precios! vienen a controlar los precios.

- YO: naaaaa...¿siguen con esa idiotez?

- ALM: siiii...pero, ojo eh!, yo lo acepto! está muy bien, porqueeeeee, sino viste....jejeje...somos todos vivos (expone una especie de gesto compinche, con culpa)... pero bueno...ssss...

- YO: ¿y cómo venís con eso?

- ALM: yyyhhjj (duda)...fff (resopla)..yo por si acaso tengo las facturas de compras...

- YO: ¿pero no es que te miran el precio de góndola y controlan el de sus planillas?

- ALM: siiií, sí...pero hay precios que tienen ellos, que son menores o iguales al mi costo, por eso las facturas de compra. Yo se las muestro y les tendré que explicar esa situación, con cuanto "marco", yyy, bueno...fffff (refunfuña, resopla nuevamente)...que se yo...

- YO: bueno, ok, a mi me parece una locura que lo apruebes. Entiendo que prefieras evitar una sanción, pero no que consideres que está bien...

- ALM: (revolea sus ojos hacia arriba, abajo, a los costados..., mira, piensa, reflexiona...)

- YO: a ver, este paquete que está acá (le señalo uno de queso rallado) ¿de quién es?

- ALM: yyyyyjjj, jejejeje, sí, sí, hasta que lo compre alguien, es mío...

- YO: bueno, entonces empecemos éticamente por ahí. Eso te da la primera razón por la que es dable rechazar el control del Gobierno, para este caso.

- ALM: (de nuevo, sus ojos hacia todos los puntos, ...mira, piensa, reflexiona, pero temo que, increíblemente, lo que le digo, mucho no le cierra... o simplemente lo creerá inadmisible por y para  "el pueblo")

- YO: para la segunda razón, te pregunto ¿cuánto te costo cuando lo compraste?

- ALM: uuuuhhh, yyyy, ni me acuerdo (sus ojos de nuevo circulan totalmente las esferas...)

- YO: obvio, no esperaba que te acuerdes, pero a ver...(lo miro, a ver "si mueve")

- ALM: (me mira, espera que le de una pista de hacia donde voy)

- YO: a ver...¿sabés cuánto te va a costar reponerlo? ¿Qué precio pagarás al reponer este "paquete de queso rallado de 40 grms"?

- ALM: naaaaa que se yo!, ni idea!, voy cambiando en función de como vienen las listas! cómo voy a saberlo si cambia continuamente, si tuviera la bola de cristal...ejejeje...¿sabés qué? pufff!! (gesto de "montones")

- YO: ah, o sea, ¿lo trabajas según como te vienen las listas del proveedor de hoy, pero no de la próxima?

- ALM: naaaaa y ¿cómo voy a saber el precio de la próxima? ha-ha-ha, qué vivo que sos. A veces, cuando veo que se caldea el ambiente, llamo al proveedor y me tira una idea, pero no puedo hacerlo todos los días, ¡no tengo tiempo!...

- YO: no, no...solo te pregunto por las dudas, para saberlo pero bueno. En fin: para mí los controles no solo son una idiotez ineficaz, sino que también son una excusa de los Gobiernos para echarte la culpa a vos, a tus colegas y a todos o algunos de toda tu cadena de producción y venta en la que estás, de un desastre macro-económico que generan ellos mismos. Eso, por favor: siempre tenelo en cuenta...
- ALM: y ¡sí, sí! ¡claro!, si estos te meten impuestos por todos lados! y ¡ahora le dan a la maquinita!...¡qué querés!...(se soltó, pero posiblemente no tenga todo lo conversado íntegramente ensamblado).

- YO: bueno, amigazo, me voy porque si me quedo más tiempo, mi "jermu" me mata, voy a llegar con el queso para que se lo pongamos al flan.

- ALM: chau vecino!

- YO: chau bostero! (él es hincha de Boca como yo).

3. El quid de la cuestión.

La charla con mi almacenero de proximidad disparó esta entrada de blog y ahora intentaré desarrollar, lo más "al llano" posible, mi opinión sobre este asunto de COVID, necesidad, precios e inflación.
El orden de los factores allí, no altera el producto. Es más, COVID puede reemplazarse por cualquier otro fenómeno, que el resultado suele ser el mismo.
A tal fin aclaro, para quienes tienen formación en economía y finanzas, que esta entrada de blog en general, buscará utilizar términos más sencillos. Incluso, muchos de ellos más emparentados con mi profesión, la contable, que con la economía (salvo sobre el final, para debida integración).
Empecemos por que, más allá de lo ético que le planteara yo a mi almacenero vecino (aquéllo: "de quién es este paquete de queso rallado", algo indiscutible salvo en el socialismo profundo o el comunismo) existen otras cuestiones conceptuales e instrumentales que hacen a lo sostenible o no de un negocio y con ello al inevitable comportamiento de todos los agentes económicos. 
Demás está decir que mi "almacenero de proximidad" es un agente económico (todos los somos en definitiva en la medida en que economía es cataláctica esencialmente y por ello, acción humana).
Este tipo de agentes económicos, entre otras decisiones, toma aquéllas dirigidas a defender el "capital" que les permite "seguir girando", de manera sostenible a lo largo del tiempo, atravesando coyunturas. 
En Argentina todos hemos convivido repetidamente con la inflación, la cual es un problema estudiado y atacado macro-económicamente, pero que tiene elementos de interacción micro-económica (a través de precios relativos, principalmente). Todo lo cual, sin embargo, podría ser más fácil de "bajar al llano", y más accesible, si lo se lo planteara desde lo contable con el necesario agregado de conceptos de economía. 
En tal sentido, sepan que los contadores definimos modelos sobre los cuales "armamos" la información contable de un negocio, tal como sería el de mi almacenero de proximidad, que es una "empresa en marcha". Es decir: el representa una empresa funcionando, "con giro comercial" y entonces, la información requerida para ella difiere de aquélla que podría requerirse para una "en liquidación por cese".
Prescindiré ex profeso de los aspectos que hacen al valor intangible de "estar en marcha". La idea siempre es mantener el desarrollo lo más simple y "al llano" posible. Entonces, solo diré que es diferente porque la empresa está "en giro" (mi almacenero) y como tal, tiene un objetivo de mínima: sobrevivir. Aunque seguramente también tendrá uno de máxima: crecer; pero también prescindiremos por un momento de sus eventuales metas de crecimiento. 
Al fin y al cabo, estamos tomando una unidad económica "micro-empresa", en un país cuyo PBI al cierre de 2020 posiblemente se encuentre (a precios de 2004) en niveles similares a 1992.
Partimos entonces de "la de mínima", o sea meta de "sobrevivir" comercialmente. 
Encontramos un canal didáctico para arribar "al llano" y es a través del "capital a mantener" (respecto del cual también a fines didácticos, prescindiré definir "capital financiero" a mantener). 
Estamos ante un capital en giro, conformado con bienes que tienen un valore atribuible, entre los que estoy refiriendo a instalaciones, mostradores, cámaras de frío, heladeras, etc. Y claro: estoy considerando el valor de sus deudas en "moneda constante", restando ellas la suma total de los bienes mencionados. 
En otras palabras: un giro que permita a ese "capital" poder "recomprarse" en cada instancia.
Para simplificar más el análisis, dejaremos a un lado aquellas cuestiones que en las estructuras de precios y costos, son originadas por escenarios en que varía fuertemente la actividad económica (consumo, producción, inversión).
Así que, al fin, tenemos esa referencia de "capital a mantener" y uno de los elementos determinantes del mismo es el "costo" al que debe considerarse el producto que mi almacenero vecino vende, sobre el cual él fija su precio (tal como suelen hacerlo casi todos los almacenes). 
Mi almacenero (ALM) dirá, por ejemplo que, costó $ 100/unidad, necesita $25/unidad para pagar electricidad, alquiler, laborales, etc y otros $ 25/unidad que son su beneficio neto. Así que, su precio será "tentativamente" $ 150/unidad. $ 100 de costo, $ 25 de gastos operativos, $ 25 de beneficio.
Un necesario paréntesis: lo de "tentativamente" lo señalo para marcar mi convicción de que son los precios los que definen costos y no al revés, lo cual a su turno limita la lógica de re-marcación deseable por cualquier empresa, algo que, a fin de mantener simplificado el desarrollo del asunto, creo viable esquivar, sin desconocer, por el contrario afirmando, que económicamente no es una cuestión menor).
Visto como fija precio ALM, la primera reacción de cualquier persona espantada con el COVID entre nosotros y sus posibles efectos sobre el poder de compra de los ingresos y la disponibilidad de productos, sería decir: "...bueno!! estamos en crisis, che! que ALM gane un poco menos!!...seguramente ya ganó mucho antes" (ay! ¿dónde escuché o leí ésto?
Ante esa respuesta, se le sugerirá que su margen sea del, por ejemplo: $ 10/unidad y entonces sugerirle "que aguante la parada" con un precio de $ 135 en vez de $ 150 (un 10% menos).
Esto me obliga a abrir un nuevo paréntesis para aclarar aspectos en los que, simplificación mediante, evado profundizar pero que deben tenerse en cuenta. Todas ellas cuestiones que "existen" y definen decisiones también. Debo indicar, en tal sentido que dentro del movimiento promedio de todo el stock de productos, el nivel de actividad ya está "trabajando automáticamente" (digamos) sobre esa rentabilidad. Y, estoy seguro, en coyunturas como las actuales, está moderando o disminuyendo directamente, la ganancia vía nivel de rotación.
Pero en fin, simplificado como veníamos, el procedimiento de marcación de precios (tentativo), parece sencillo. En realidad, su sencillez es el resultado de que estamos ensayando sobre un escenario hipotético de estabilidad monetaria, algo que en la realidad hoy no se observa. 
Ergo, es necesario dotar este desarrollo de algunos de los elementos característicos de esa realidad, de sus actores, de sus acciones, y en fin, de elementos macro y micro-económicos.

4. La vida comercial en país con inflación crónica.
El escenario se complica.
Si mi almacenero piensa mantener su capital "girando" requerirá que su margen "limpio de pluma y paja" se mantenga respecto del costo.
Pero: ¿de qué costo? De aquél que refleje su próximo pedido de producto. O sea, el valor necesario para reponerlo. De lo contrario, su capital caería, pues si el costo de referencia fuera menor al de "reposición" del producto, al definir su precio (prescindamos de cambios en volumen de ventas), mi almacenero estaría cediendo margen con el que necesariamente sostiene su negocio (y su capital a mantener).
Reconozcamos que a fin de simplificar (ir al llano accesible) estamos analizando como si mi almacenero (ALM) solo vendiera "queso rallado", lo cual no es así, lo sabemos. Sin embargo, para el total de los productos que comercializa, su comportamiento y el de sus colegas, no distarían mucho de ser una multiplicación de lo acontecido con dicho producto.
Volviendo: la última vez que él recompró fue a $ 100/ud. Supongamos que la nueva lista de su proveedor, le viene con un costo (reposición) de $ 120/ud. Y supongamos también que el Sindicato le pone un aumento "a cuenta de paritarias". Y para completar, supongamos que la energía así como otros gastos operativos, también aumentan de manera similar. Supongamos finalmente que ahora son de $ 30, lo que nos indica que los gastos operativos aumentaron un 20%. 
Allí, para que la ganancia se mantenga acorde a mantenimiento del giro y del poder adquisitivo del beneficio de su titular, ella debería ser de $ 30/unidad. Entonces "tentativamente" (otra vez este término) el precio terminaría siendo de $ 180.
Ahora bien: ¿ese costo de $ 120, es el "costo de reposición a los fines mencionado? Parece que no. Está claro que ha perdido contemporaneidad y es tan histórico como el anterior de $ 100. Y lo es aún cuando parte de las unidades que tenga en góndola, registro de inventario mediante, nos digan que hayan sido compradas en algún momento más anterior, a menor valor inclusive, por ejemplo: $ 90. 
¿Y por qué ya perdió contemporaneidad para medir capital del negocio y poder sostenerse comercialmente? Porque para mantener su capital en giro, otra vez: el precio al que vende debe sostener los gastos actualizados del negocio, más la posibilidad de reponer el stock objetivo de mercadería. Tengamos en cuenta que también a fin de simplificar, no estamos contando la capacidad operativa en la inversión de bienes de uso, tales como instalaciones, heladeras, cámaras de frío, etc.
Pero insisto, mantengámonos en camino conceptual simple: el precio debe cubrir el costo de reponer el producto, en el próximo pedido. En otras palabras: el costo que ese producto reflejará en su hipotética próxima compra.
Ahora bien: vemos que $ 100 es histórico y que también $ 120 lo es. 
¡Pero hombre! entonces ¿cuál es el costo de reposición a considerar?
"Es más complicado", "no lo entenderías"... (momento meme).
Pero no, dejemos las bromas a un costado, y continuemos

5. Precios y Costos de Reposición.
Ocurre que ALM no vende "commodities" (carnes, trigo, etc) y tampoco vende productos, bienes o derechos en  mercados abiertos medianamente transparentes (divisas, acciones, etc). 
¿Entonces? Y entonces es imposible que tenga la información necesaria y disponible, "al día", al momento, sobre sus costos de reposición.
En momentos de estabilidad monetaria, es más sencillo pues las revisiones se dan entre intervalos más prolongados o directamente, ni se dan (dependiendo del nivel de estabilidad).
Pero en escenarios de inestabilidad como el actual (al igual  que cientos de otros estadios de nuestro pasado argentino), ALM necesitaría estar llamando todos los días a sus 30 "y pico" de proveedores, para que le pasen el precio de compra del producto en cuestión (sigamos con el queso rallado) e ir a la góndola a actualizar su precio.
Si bien es cierto que así suelen proceder ellos, más o menos, en intervalos intermedios entre provisión y re-aprovisionamiento, ALM y sus colegas saben un procedimiento como tal, tan excesivamente recurrente, terminaría siendo costoso, engorroso e ineficiente para ellos mismos. Además que los deja expuestos con una pésima imagen que dejaría ante sus clientes.
Como resultado de ello, empieza a jugar el famoso "OJÍ-METRO", el "a ojo" o aquéllo de "a ojo de buen cubero". 
NO es otra cosa que una construcción hipotética, desde sus expectativas mas cierta información alcanzable rápidamente, sobre comportamientos futuros de esos costos de reposición y de los gastos operativos.  Es así como ALM y sus colegas marcan "mas o menos" como creen que "va a caer la ficha". 
Espontáneamente suelen tomar variables "proxys", siendo un caso histórico argentino: la variación del el dólar. Ese termómetro típico nuestro, que siempre está presente en momentos de inflación y que no expone otra cosa que (como "proxy"): la pérdida de valor de la moneda en relación a otros bienes. Es decir: la pérdida del poder adquisitivo de bienes por parte del peso (y esos "bienes", el dólar).
¿Puede mi almacenero hacerlo solo basándose en alguna de esas variables "proxy" (por ejemplo, la variación del dolar y su tendencia? NO. Al menos no indefinidamente. Seguir implicaría que sus ventas caerán debido a que sus clientes no tienen "bolsillos de payaso" (sus ingresos no actualizan con periodicidad suficiente), lo que los llevaría a comprar menos y con ello, vía rotación, complicando la cobertura de los gastos fijos, así como la expectativa de beneficio para "supervivencia comercial" solamente. Allí es donde el negocio empieza a revertirse.
Sucede que en esa coyuntura cae la capacidad de reposición (de mi almacenero, como ejemplo) ya sea porque se van acogotando en el flujo de caja o el de financiamiento; o ya sea porque observan que para vender con margen razonable, el precio al que se arriba se hace inviable al consumidor.
Se empiezan a observar cierres de negocios y los Gobiernos prescinden de analizar si esos negocios, ex-ante, eran viables o no. Y en caso de serlo, no analiza (ni quiere hacerlo) si ello respondía a factores intrínsecamente y en el marco de condiciones macro estables; o si solo respondía a la distorsión y el efecto ilusión monetaria acumulados, generados todos ellos por la expansión de la cantidad de dinero (vía Banco Central). 
No, claro: los Gobiernos no indagarán en ello. Ellos solo desearán sostener "nivel de actividad"  desde su histórico prisma corto-placista, esencialmente político y destinado a considerar importante lo que dura su mandato. Después: "que se arregle el que sigue".
En otras palabras: preferirán seguir expandiendo la cantidad de dinero (en términos netos y reales) sobre la economía. Lo harán vía bancos oficiales, prestando a tasas reales inferiores a la inflación. Y lo harán, claro, desde su clásica "maquinita": el BCRA financiando el exceso de gastos del Estado.
Y para colmo, ya acercándonos a una escena más "macro", más amplia de agentes económicos interaccionando, sumaremos otro elemento: el externo.
Como sucede en todos los países, ARGENTINA tampoco produce todo lo que necesita para su consumo interno. Algunos bienes y servicios, se importan desde el extranjero.

6. El sector externo: restricción eterna generada desde el desquicio interno.

Dijimos que Argentina no produce todo lo que su consumo e inversión interna necesitan. Parte de los bienes y servicios los importa desde el extranjero. Sucede así en todos los países del mundo.
Ahora bien: como nuestro escenario es de costos altos y crecientes (debido a la inflación y su efecto en los distintos precios incorporados en la estructura de producción), las exportaciones se resienten y ven en el mercado externo menos conveniencia que en el interno. 
De esa manera la economía empieza mermar en su capacidad de generar las divisas (dólares principalmente) suficientes para pagar las importaciones de lo que se necesita.
Y si no hay "dólares" suficientes en el mercado comercial externo, desde el mercado interno y sus agentes económicos (el almacenero, su proveedor, el de la pinturería, el contador, vos y yo: todos) debería surgir una primera conclusión: el precio de la divisa (dólar) está por debajo del que "limpia el mercado". 
En rigor de verdad, lo que está sucediendo es que el Gobierno "está manteniendo" su valor artificialmente bajo (eterno problema del dólar oficial y los desdoblamientos, formales e informales). Con ello, las señales son "a la suba". Entre que "no va a aguantar mucho a este valor", "lo van a tener que soltar" y otras similares. Ergo: los precios comienzan a formarse desde esas expectativas.
Pero no es el dólar el que ha empujado los precios, así formados. Antes bien, la inflación vía deterioro del valor de la moneda por expansión de la cantidad de dinero en la economía, ha impulsado el proceso de, en aceleración, "sacarse los pesos de encima". Y entre otros destinos: se los sacan para conseguir un bien que cubra de variaciones ulteriores. En este caso, la divisa norteamericana.
Pero ¿acaso no es lógico que todos esperen que suba?. Al fin y al cabo, no solo sucede que las exportaciones son insuficientes, ahora más golpeadas por la fijación del dólar bajo; sino también que, en el caso de Argentina, el país no los consigue prestados (deuda, default, riesgo país), tampoco las empresas locales que pueden financiarse en el mercado internacional. Y Tampoco hay "forastero" alguno que desee invertir sus divisas externas en nuestro país, lo que llamamos inversión extranjera, directa o indirecta.
En definitiva: se cae la oferta de dólares y su demanda sube. Inversamente a la baja de la demanda de pesos, ante el desorden provocado por su exceso de oferta.
Oops! ¿Y ahora, qué hacemos? ¿Qué problema, no?. 
Pues el Gobierno dice que al dólar no puede "dejarlo ir a buscar su valor", porque se desbordan los precios y el pueblo necesita mantener contenidos para no caer en pobreza".

7. De vuelta al almacén para concluir sobre la inflación y decisiones de política económica.

Volvemos a mi almacenero de proximidad: recuerden que él, habíamos dicho, ante la imposibilidad de seguir día a día los costos de reposición (que se le hacía engorroso,costoso e ineficiente) prefirió "tomar el atajo", buscando una referencia "de mercado". Y lo que más a mano tuvo fue mirar el dólar, posiblemente. Y cuál dólar?, el oficial? 
No, mi almacenero y los demás agentes económicos (yo, vos, él/ella, nosotros, vosotros y ellos) miraremos cualquiera de los más asociados a un criterio de "realidad" (MEP, CCL, blue).
Entonces, allí, cómo hace el Gobierno para evitar que "se caigan almacenes" y a la vez, "evitar una aceleración en los precios golpeando el salario", todo ello junto con lograr, al fin de cuentas: "NO ser culpable" de la situación.
Aunque todos sepamos que lo es, pero prefiramos idiotizarnos en fanatismos partidarios.
El Gobierno irá por sus recurrentes atajos: procederá (así lo ha hecho siempre, viciosamente enfermo  de conceptos erróneos), pisando "nominalmente" el dólar (suele hacer lo mismo con las tarifas de servicios públicos y con otros bienes, como combustibles, etc.), buscando definir lo que suelen llamar "anclas nominales" para la conformación de expectativas. 
Y como el circuito económico está golpeado y acogotado en lo financiero, seguirá relajando el flujo de dinero, continuando en el ritmo de expansión de la cantidad monetaria, mandando simultáneamente a sus "agentes del pueblo" a controlar precios determinados, "acordados" y obligados a respetarse.
O sea, más pesos para una economía funcionando, totalmente distorsionada, alentando decisiones empresarias (de los grandes y de los chicos, empresarios) erróneas, miopes, sesgadas, con daño en el potencial de crecimiento y desarrollo de largo plazo, que requieren inversión sustentable en su productividad.
Pero peor: más pesos, en escenario de desconfianza, es mayor demanda de dólares aunque impongan "cepos". Se produce un exceso de demanda de divisas que lesiona aún más el sector externo, armando otra vía de retroalimentación del proceso vicioso.
El Gobierno se la juega en un escenario en que, no solo está estancada o cayendo la actividad económica, sino también en que los argentinos están observando al PESO cada vez con menor valor, actual y futuro.
"Tener un peso encima", pierde sentido y los agentes económicos (ya dije: yo, vos, el/ella, nosotros, vosotros, ellos) actúan en consecuencia, desprendiéndose de él. Técnicamente se llama caída de la demanda de pesos. 
Y cómo se produce esa caída de la demanda de pesos (ese "desprendimiento compulsivo"): adelantando compras, stockeando otros bienes, comprando dólares o divisas, etc. Acciones todas ellas que, se dijo: retroalimentan y aceleran la "enfermedad".
De manera que ese atajo al que apuestan los Gobiernos, en semejante escenario irracional de política económica, es tan imposible e inviable, que la historia del mundo tiene 4.000 años de fracaso en controles de precios e inflación incontenible.
Sin embargo, seamos "más vivos". Políticamente hay un mensaje subliminal hacia el común de la gente. Es adrede: aunque no lo parezca. Llamar "control se precios" no es accidental, pues denota la existencia de un enemigo: alguien "malo", "malviviente", "antisocial".
Recuerden que arranqué justamente refiriéndome al control social y al control del controlador.
Es que, el Gobierno apunta al siguiente lineamiento: al fin y al cabo, si a alguien se lo tiene que controlar, "debe ser" porque "es un vivaracho" (como mínimo, sumen, como se dijo al principio: inescrupuloso, especulador, codicioso, etc).
Y sí! Claro! Como no si la historia nos ha mostrado y los títulos de los diarios de hoy repiten, que el Presidente ante el aumento de precios, se refirió a los codiciosos, egoístas, avaros, especuladores, incluso delincuentes. 
Es más, no solo él. La gente leyó o escuchó lo mismo del Ministro de Economía, del Ministro de Producción, del Secretario de Comercio Interior, del Gobernador, del Intendente, etc.
Claro: ante semejante afirmación popularizada "mi almacenero de proximidad" se creyó posible delincuente y entonces, para evitar caer semejante lugar social, se convence y dice: "...pero está bien!, esta bien que controlen, porque sino, eeehjjj viste...".

8. Algunas palabras finales.
Interesante finalizare todo esto diciendo que ante el efecto dañino y distorsivo (además de ser ineficaz) que genera el control de precios, las consecuencias se observan día a día a través de las decisiones de, entre otros, quienes solo buscan "mantener el capital en giro". 
Aquéllos que ante control férreo y persecución política y popular por parte de "fascistas de café", optan por distintas estrategias: redistribuir margen hacia productos fuera de listado de control, modificar cantidad por unidad (p.e. paquetes que antes era 1kg, ahora 750 grms), redefinir volúmenes de reaprovisionamiento (con preferencia a artículos con precios fuera de listado de control), escasez parcial o general en góndola y hasta el desabastecimiento en un eslabón o en toda la cadena y los mercados negros, etc, etc, etc. 
Remarco que venimos teniendo en cuenta a "mi almacenero de proximidad" como referencia. 
Pero sin dudas, su comportamiento se refleja y multiplica naturalmente en todos sus colegas, y, desde todos ellos, hacia atrás en la cadena (y hacia el costado, respecto de sustitutos), cada eslabón actuando necesaria e imprescindible, en consonancia con similares parámetros de decisión, a lo sumo más sofisticadas (distribuidores y mayoristas, fabricantes e importadores, etc.)
Increíble: para  cuando nos quisimos dar cuenta, pasamos de un "paquete de queso rallado" ha "la madre del borrego" en el desastre macro y microeconómico en que nos encontramos.
Pero lo importante de todo este desarrollo, es alertar para no perder de vista cuál es "la madre del borrego". Cuál es ese "pecado original". Dónde está la génesis del desastre.
LA GÉNESIS DEL ESTÁ EN LA EXPANSIÓN DE LA CANTIDAD DE DINERO EN LA ECONOMÍA (COMO EXCESO DE OFERTA) PRODUCIDA DE MANERA IRRESPONSABLE POR EL GOBIERNO (la historia nos dirá que ya no importa el color político). 
Una expansión que se deriva de un manejo insano y enfermizo de la política económica: fiscal, monetaria y cambiaria.
PERO: a mi almacenero, el bostero como yo, lo tienen convencido de que la culpa es de él.
En fin...

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