martes, 12 de marzo de 2013

¿MÀS ACCIONES DIRECTAS CONTRA LA INFLACION?


En un post anterior comentaba la cuestión inflacionaria en Argentina y el modo en que el actual Gobierno intenta operar para aplacarla.

Comenté que veía en él un plafón “microeconómico” en el armado de las acciones destinadas a contener el avance de los precios, considerando yo preferibles las políticas enmarcadas en la macroeconomía que operan sobre la sobredimensionada expansión fiscal y monetaria.

No se me escapa el hecho de estar en un año electoral y que esas posibles y sugeridas medidas de tinte macroeconómico suelen ser “pianta-votos”.

Absolutamente consciente de ello es que espero sean acciones destinadas a convivir con el diario acontecer económico local SOLO en el cortísimo plazo de transito, hasta tanto se tengan resultados electorales en las legislativas 2013 para luego avanzar sobre las raíces.

Pero mi temor es que, aún con resultado favorable, se decida alargar el plazo de vida de ese tipo de medidas directas que, como veremos más adelante, no hay tenido nunca resultados favorables en intervalos largos de aplicación; más vale todo lo contrario.
 

DEJA VU ECONÓMICO.

Argentina es así. ¿Será igual en otros países?  Me refiero a esto de sentir que ya hemos vivido algo alguna vez antes. Como en esos momentos que uno es asaltado por la angustia de sentir y decir “esto yo ya lo viví!”

Es posible. Y hay acontecimientos que verdaderamente sorprenden al rondar en mi cabeza. Disposiciones y frases como  “…especificó las operaciones que habrían de cursarse por el mercado “único” de cambios”, “…dispuso que los gastos incurridos por residentes argentinos en el exterior, por el uso de tarjetas de crédito, podrían abonarse con Bonex”, “…limitó la venta de divisas para gastos en el exterior, a u$s 50 por día, con un máximo de u$s 300 por año, para países limítrofes; y a u$s 100 por día, con un máximo de u$s 1.000 por año, para el resto de los países…”.

Las citas anteriores parecen sacadas de cualquier diario del último año y medio. Y podrían sumarse más, como por ejemplo “….las empresas grandes solo podrán aumentar sus precios, una vez que recibieran la correspondiente autorización de la secretaría de Comercio Interior…”, “…las empresas grandes podrán solicitar aumentos de precios cada 8 días corridos, cada una de las cuales sería analizada por la Secretaría de Comercio durante los siguientes 2 días hábiles administrativos, sellando las listas de precios respectivas.”

Ahora sí, leyendo los diarios de hoy lunes 11/3/2013, parece que se esperan medidas destinadas a frenar el drenaje de dólares por turismo al extranjero, vislumbrándose la posibilidad que se instrumente un “dólar turista” o bien otro “sobrecosto impositivo” a la compra de paquetes de turismo al extranjero.

Y, la verdad: no puedo evitar sentir que hemos vivido esto antes. ¿O no?. A ver: otra disposición, otra frase: “…creó un tipo de cambio para pagar gastos de viajes al exterior, fijándolo en…..”.

La seguridad “alimentaria” como política activa contra el avance de los precios retumba a historias vividas, por caso: “…se creó la Comisión Nacional de Precios, Ingresos y Nivel de Vida…” y luego: “…se creó la Comisión Nacional de política alimentaria y abastecimiento”.

Respecto de la medida que se rumoreaba en los diarios de hoy, una disposición bien actual también detrás del tipo de cambio: “…el atraso cambiario no es un problema ni de sistema ni de modelo, sino de nuestra creciente falta de recursos políticos a medida que era más necesario encarar la solución…”.

¡Cuántas historias de intenciones destinadas a enfrentar el problema inflacionario! ¿Los resultados?: todos iguales. Ninguna contención seria y sustentable en el nivel de precios. En general mayor distorsión y un problema más grande y difícil de descomprimir al final de la sucesión de medidas. A la larga, caída de la inversión y de la producción, desaceleración de la economía y finalmente el inicio de un círculo vicioso.
 

LAS FUENTES DEL DEJA VU.

Para quienes nos apasionamos con el análisis económico, es disfrutable leer sobre economía, finanzas y por supuesto también: historia económica. Sea la más reciente o la que data de muchas décadas.

Las citas transcriptas entre comilla, presentadas en el apartado anterior, son reseñas de Comunicaciones del Banco Central de la República Argentina y de Resoluciones de la Secretaría de Comercio e Industria en distintos momentos del país, hace ya más de un par de décadas. O más incluso.

Las primeras citadas surgen de la etapa económica del entonces Ministro de Economía JESUS RODRIGUEZ, en las últimas acciones intentadas por el gobierno de Alfonsín por derrotar la imparable inflación.

Las otras citas son de dos etapas distintas en un mismo proceso. Primero: citadas las que pertenecen al Ministro de Economía Gómez de Morales, del último gobierno de Perón; y luego: antecedentes anteriores, propios del Gobierno de Hector Cámpora, con José Ber Gelbard en el Ministerio de Economía.

Pero no es solo en esos gobiernos claro. Si vamos hacia atrás en los 50 años anteriores a la hiperinflación de 1989, encontramos muchos más casos.

Los Gobiernos militares de Levinsgton y Lanusse también tuvieron lo suyo. Cabe citar la Ley 19.508 de 1972 dispuso que “…los procesos de producción, comercialización y distribución serían vigiladas, a efectos de prevenir y evitar la fijación arbitraria de precios y toda clase de prácticas nocivas”. Ejemplo es Aldo Ferrer dio impulso a la creación de la Comisión Nacional de Precios, para que se crearan comisiones de estudio y control que conjuntamente con la Secretaria de Comercio Interior “…analizarían las presentaciones que hicieran las empresas que necesitaran aumentar sus precios, indicando allí precios vigentes, precios proyectados y elementos de juicio que justificaran el aumento proyectado”. ¡Hasta dispuso la veda de venta de carne vacuna en comercios y restaurantes!

Si. Y esa prohibición (veda a la venta y el consumo) había existido unos años antes en el Gobierno de Illia, a través del D.4070 de 1964.

Y la llamada Revolución Libertadora tuvo lo suyo también, con sendas Resoluciones de la Secretaría de Comercio con base en el D.2740 de 1956, como la 191 del 27/2 de ese año.

Yendo hacia atrás, llegamos a las primeras instancias presidenciales del General Juan Domingo Perón. Ejemplo de medidas directas de control de precios abundan más aún. En 1943 (si bien JDP gobernó formalmente desde 1946, su influencia era ya decisiva) el D.537 fijó precios máximos, al minorista y al público y a partir de allí el mecanismo de intervención en la formación de precios fue tomando una presencia cada vez mayor. En 1949 por D.24574 congeló precios de alimentos, bebidas, indumentaria, artículos de bazar, medicamentos, útiles escolares, etc.

       El caso ejemplificativo de exceso regulatorio sin resultados positivos que me llamó la atención al leerlo fue el D.7171 del 14 de agosto de 1946, aplicable a restaurantes y casas de comida. Decreto que, más allá de fijar control en los precios, dispuso directamente “menús especiales” (¡!). Por caso los menús económicos “…compuesto de un plato de sopa, 2 entradas y un postre, que serán preparados en forma que no desmerezcan en su presentación, contenido y calidad con los acostumbrados en la casa, debiendo ser seleccionados entre tallarines, ravioles, mostacholes, espaghettis, corvina, filet de merluza, huevo al plato, legumbres de estación, osobuco con arroz, navarén de cordero, ternera saltada, carne asada, puchero de vaca, flan y compota…” cobrando hasta $MN 1,40 en cada establecimiento de 4ta categoría, $MN de 1,80 en los de 3era categoría…” y así sucesivamente hasta un menú de “lujo”. ¿Sorprendente no? Visto casi ochenta años después, no tan sorprendente.

En el segundo mandato de su primer Gobierno, el General Perón decretó que “…los precios se congelarán por decreto y los salarios se estabilizarán por convenios colectivos…” (En marzo de 1952) para luego crear la Comisión Nacional de Precios y Salarios. Hasta dispuso vía RE-185 de la Secretaría de Industria y Comercio un “orden de preferencia” en que debía satisfacerse la demanda en función de sus consumidores. El D.5245 congeló los precios nuevamente.
 
En fin, una serie de referencias históricas a acciones directas sobre precios para controlar la inflación, que como intento dejar expuesto han sido propias de gobiernos democráticos como de facto a lo largo de la historia del país.
 

¿CON QUÉ RESULTADOS?

Los antecedentes anteriores de controles de precios y salarios también se dieron en otros países, tal como lo referencié en un post anterior de este blog.

El mundo “inflacionario” contó con referencias a controles de precios y otras medidas de tipo directo en un vasto conjunto de países, disímiles.

Pero esos controles relevados en otros tantos países, fueron antecedentes que en el peor de los casos dejaron de observarse sobre finales de los ´70. De allí en más no se volvieron a ver. A partir de allí, el mundo encontró la solución a la inflación en las herramientas de la macroeconomía.

Excepto: nosotros, Argentina así como tampoco otros latinoamericanos. O al menos eso parece y se confirmaría si este tipo de medidas se extendieran más en el tiempo.

LO CIERTO E IMPORTANTE es que en esas instancias de la historia económica argentina, que ninguna de las acciones llevadas adelante tal como se referenciaran antes, logró el resultado esperado.

Y una de las claras muestra de ello está en la evolución de nuestro signo monetaria y las distintas monedas con las que nuestro país ha convivido desde la segunda mitad del siglo XX.

Fecha
Nominación
Signo
Equivalencias
Hasta 31/12/1969
pesos moneda nacional
M$N
10.000.000.000.000
Hasta 31/05/1983
pesos Ley 18.188
$ley
100.000.000.000
Hasta 14/06/1985
peso argentino
$a
10.000.000
Hasta 31/12/1991
Austral
A
10.000
Desde 01/01/1992
Peso
$
1

 

 

 
        El cuadro muestra cómo, nominalmente, un PESO ($) de hoy equivale a 10 billones de PESOS MONEDA NACIONAL (M$N) vigentes hasta 1969. Y esa pronunciada acumulación de “ceros” a la derecha del 1 expone la pérdida de poder adquisitivo del signo monetario a lo largo de las distintas etapas. Es decir: la inflación con la que se convivió.


EL ÚLTIMO SIGNO MONETARIO. BREVES CONSIDERACIONES Y SIMILAR CONCLUSION.

El signo monetario actual en nuestro país, es el PESO que rige desde 1/1/1992.

Pero antes de nacer, existió una Ley que estableció la Convertibilidad del Austral (moneda vigente en marzo de 1991, cuando se aprobara dicha norma), con la que se iniciaba lo que se llamó “plan de convertibilidad” que nacía con una paridad de u$s 1 = A10.000.-

Ese plan que sumó otras acciones como reestructuración de la deuda externa y del Estado (con ella: las privatizaciones), mayores grados de apertura externa y sinceramiento de precios logró con cierta rapidez la inflación. Argentina comenzó a vivir a partir de 1992 con inflaciones anuales de un dígito.

PERO ¿fue solución definitiva? Parece que no. Veríamos luego que, logrado el cometido para el cual había nacido (el de estabilizar precios) el mero “1-1” convertible quedó sin capacidad de respuesta para una nueva etapa en la economía del país. Sin embargo, lo que pasó fue que con la memoria inflacionaria aún fresca sobre mediados de los ´90, ninguno (eventualmente pocos) políticos se atrevían a mencionar su desmantelamiento. Nadie se atrevía a “sacar el 1-1”.

Ahora bien: ¿el problema era el 1-1 per sé?. NO. Esa paridad era solo una de las variables a nivel “nominal”. Pero por sí sola, desde la perspectiva “real” no iba a poder mantenerse. La coherencia implicaba la obligación de conservar disciplina fiscal, pues con tipo de cambio fijo convertible el exceso de gasto público agravaba las condiciones de atraso cambiario impactando fuertemente en la producción del país; llevando al Estado a financiarse con endeudamiento externo, agravando la cuenta corriente y generando presión creciente sobre el costo del capital y la inversión, para finalmente impactar en la tasa de desempleo.

En otras palabras: Argentina terminó el 2001 con una explosión económica y social  (deuda, quiebras de empresas y desempleo) producto de inconsistencias macroeconómicas. Particularmente inconsistencias que derivaron de política fiscal y política monetaria (implícita en la ley de Convertibilidad). Del mismo modo que 12 años antes (1989) explotó con inflación porque la inconsistencia macroeconómica entre políticas fiscales y monetarias derivó en la necesidad de emitir dinero sin respaldo, derivando en hiperinflación (y si bien sin desempleo importante, con fuerte impacto regresivo en ingresos del sector asalariado e igual caída de producción y quiebras de empresas).


¿Y ENTONCES?

Las conclusiones son las mismas a las que arribé en el post anterior.

Por caso y en definitiva: la “famosa” convertibilidad no fue otra cosa  que fijar el valor del dólar y definir un esquema de conversión versus reservas del BCRA. Pero en cuanto a su primera faz: no sería otra cosa que una variante del control de precios. En este caso un precio en particular, el de la divisa norteamericana, determinante del tipo de cambio; siendo, en definitiva una medida nominal.

Por su parte, las intervenciones en mercados puntuales y los controles de ciertos precios que hoy se ensayan o intentan aplicar, tal como lo expresé en post anterior: si no son acompañados por medidas acordes y racionales de macroeconomía, terminan en implosiones o explosiones.

Una de las etapas de la historia económica contemporánea de Argentina, que hoy mediáticamente se trae a colación, fue la del famoso “Rodrigazo” en referencia a Celestino Rodrigo.

Ministro de Economía de Isabel Martinez de Perón, el 1/6/1975 fijó el tipo de cambio comercial en $ley 26 por dólar en el segmento comercial (había dólar desdoblado) un aumento del 160% en la paridad; y de $ley 30 por dólar en el segmento financiero un aumento del 100% en la paridad (Resolución del Ministerio de Economía 8/1975). Asimismo, la Resolución del Ministerio de Economía 9/1975 fijo un tipo de cambio destinado a pagar gastos de viajes en el exterior de $ley 41 por dólar (como puede verse, largamente el más caro de todos).

Un dato adicional, que surge de palabras de Rodrigo: “…cuando la excelentísima señora Presidente el 15 de mayo de 1975 me ofreció el cargo de ministro de Economía, solicité respetuosamente que se difiriera la concreción de dicho ofrecimiento hasta que la conducción anterior terminara la negociación de las convenciones paritarias, cuyo plazo vencía el 31 de mayo de 1975…”. Todo un dato; o dicho de otra manera: “timming”.

Aunque, sobre final de junio de ese año Lorenzo Miguel lograba un ajuste ex post de paritarias por un 150% neutralizando el reacomodamiento de precios relativos a los que Rodrigo se supone que, según su perspectiva, pretendía llegar. Un Ministro de Economía que solo duró 21 días en sus funciones.

Y desde la CGT, también citas  de aquella época refuerzan esas sensaciones de DEJA VU. Realmente parecen referencias a discursos de hoy. La central obrera expresaba por solicitada el 22/7/1975, su rechazo al plan Rodrigo porque era “…un plan económico, con resabios del más perimido liberalismo, pretendió recurrir a viejas fórmulas, tantas veces empleadas para pauperizar a los argentinos, quebrar la economía nacional y entregarnos a la voracidad de las centrales financieras del poder económico internacional…” Cualquier similitud con discursos de Moyano o cualquier otro referente sindical hoy, casi 40 años después, es pura coincidencia. ¿Pura coincidencia?

Veamos: ¿Cuál era el problema al momento de asumir Rodrigo? Según analistas de la época, las distorsiones creadas por el Pacto Social, caída de productividad y políticas monetaria y fiscal expansivas le habían generado a la Argentina un problema de precios relativos en desequilibrio y alta absorción interna de la producción. El shock cambiario de Rodrigo produjo una significativa licuación de activos y pasivos, pero además, la actividad económica se contrajo de manera significativa (de Pablo: “La Economía Argentina en la Segunda Mitad del Siglo XX, Ed. La Ley).

Otra vez: cualquier similitud con sensaciones actuales es pura coincidencia. Es cierto que el entorno macro es otro, hoy mucho más favorable al país, lo que morigera el impacto de los desaciertos en materia de política económica. Particularmente por el buen momento internacional en precios de nuestros productos.

Pero cabe tomar datos de la historia y por ejemplo, a la situación pre-Rodrigo le siguió una fase que nadie desea volver a vivir.

Entonces HOY, tanto tiempo después, a lo largo del cual se supone hemos aprendido: si nos encontramos con un problema inflacionario, lo mejor será que intentemos aplicar las acciones de política económica que aplica el mundo “civilizado”. Herramientas propias de la macroeconomía.

Pues, a la larga, los “revientes” económicos y sociales no son otra cosa que la INSOSTENIBILIDAD en el largo plazo de las DISTORSIONES DE PRECIOS RELATIVOS.

BIEN DE MANUAL…

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