1. EL TEMA.
El tema es de la
actualidad económica argentina y uno de los asuntos más preocupantes: la
inflación.
Reconociendo esta situación,
en febrero y a través del Secretario de Comercio Interior, el Gobierno argentino
definió acciones directas para la contención de la suba de precios y servir
como referencia a paritarias que moderen el reclamo de suba.
Es evidente que ha
observado lo delicado de la situación y ha pensado en ganarle de mano a una eventual
espiral salarios-precios. Más preocupante aún políticamente, en un año de
elecciones.
Pero ¿lo logrará en
el intento? ¿Logrará amainar los aumentos de precios de manera estructural para
un mediano plazo en el que la economía transcurra con variaciones soportables? Veremos. A priori solo me cabe expresar: ojalá
que así sea.
Las medidas del tipo
de las anunciadas, son acciones directas aplicadas contra el avance de la
inflación y se dirigen a controlar precios y salarios vía intervención sobre
los agentes económicos involucrados. Un ejemplo puntual que se viene ejerciendo
desde 2002 es el de las tarifas.
Es indiscutible a
esta altura de la ciencia económica que uno de los principales objetivos de
“los precios” como parte de un sistema económico eficiente es la asignación de
recursos, entre otras razones porque raciona y reacomoda dinámicamente la
demanda. Estas medidas de tipo directo pueden lograr efectos de corto plazo,
pero a la larga tienden a quitarle capacidad de adecuación, por lo que la
prolongación de su aplicación termina afectando la inversión, retroalimentando
el problema.
En tal sentido, los controles
de precios (entre éstos las tarifas de servicios) y salarios en un ambiente de
política fiscal y monetaria expansivas, son generadores de fuertes distorsiones
en precios relativos y por ende, creadores de un escenario que a la larga solo
se descomprime con un “reventón”.
Los acuerdos de
precios no serían en sí “controles”, pero van en el mismo sentido, al punto que
algunos manifiestan que “a la larga son lo mismo”, considerando los mecanismos
informales de sanción ante incumplimiento.
Además, se dirigen a
determinados sectores solamente: alimentos, indumentaria, electrodomésticos. De
manera que, aún cuando en el plazo que se imponen tengan éxito, son elementos
aún más distorsionadores de precios relativos, lo que es riesgoso. Pues la
economía es “todo una” en el sentido de operar sistémicamente en delicadas
interrelaciones. Quiero decir: todos los sectores, a la larga, están vinculados.
2. ¿APLICAR “ACUERDOS DE PRECIOS” SIGNIFICA ATACAR LA
INFLACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA INCORRECTA?.
Hace un tiempo ya que
a nivel político se viene observando a la Inflación como un problema
solucionable desde este tipo de acciones Y de hecho, en los últimos cinco años
desde que volviera a tomar vida con algo de fuerza en la vida de los
argentinos, la inflación fue contenida solo con dos acciones: a) acuerdos
puntuales de precios; b) atraso cambiario.
Insisto en que, a mi
juicio, estas acciones directas terminan siendo atajos que pueden descomprimir
situaciones en el corto plazo, pero se desvanecen o incluso generan escenarios
menos convenientes en el mediano plazo, si es que en el intervalo de su
imposición no se inicia simultáneamente un plan de tipo macroeconómico
dirigidas a la demanda agregada.
En definitiva, el
esquema que hoy existe es: acuerdos de precios (bajo la lógica conceptual de
los viejos controles) y restricciones a la compra de moneda extranjera.
Buscándole marco
teórico a este tipo de planes, es inevitable considerar que un Gobierno decide atacar
la inflación con estas medidas porque parte de la premisa que existe un
problema de estructura de mercados (alimentos, indumentaria, medicamentos,
etc.) que habilita los abusos por parte de empresarios ambiciosos,
inescrupulosos y avaros. En el fondo y más allá de los calificativos
implícitos: una cuestión MICROECONÓMICA.
Y la verdad que no es una ocurrencia o capricho solamente de este Gobierno. Los controles de precios han existido en todo el mundo e incluso en países desarrollados. Más aún: han existido en toda la historia económica del globo. Ella cuenta con ejemplos vastísimos, si bien no vinculados a “acuerdos de precios” pero sí a controles de precios y salarios. Veamos.
3. UN BREVE REPASO DE ESTOS CONTROLES EN LA HISTORIA.
Un ejemplo clásico de los controles de precios y
salarios es la Gran Inflación del Imperio Romano. David Ranson, en la
Biblioteca Fortune de Economía, cita el antecedente de esta manera: “Sucesivos
emperadores reemplazaron una creciente fracción de la plata de su antigua
moneda, el denario, con metales base como el bronce o el cobre. Como resultado
de ello, los precios ascendieron inexorablemente pese a los repetidos intentos
de contenerlos a través de la legislación. Diocleciano, en vez de aceptar la
responsabilidad de la degradación de la moneda, atribuyó la rápida
inflación de su época a la avaricia de sus súbditos. Su famoso edicto
del 301 d.C. amenazaba con muerte a cualquier vendedor que cobrara precios por
encima de los límites oficiales. Pero la inflación creció desbocada durante
otro siglo más, antes de que una moneda alternativa, una moneda de oro no
depreciada identificada por Shakespeare como besante, se extendió por toda
Europa y duró hasta bien entrada la Edad Media...En los tiempos modernos sigue
culpándose de la inflación a la codicia privada, y los
gobiernos todavía buscan frenarla por decreto, ..."
Si uno va a la letra
del Edicto del 301 a.C. encuentra muchos términos que hoy se considerarían
“fachos”, pero que, parece: suelen generar una “atracción retórica” en los
hacedores de política quedan atraidos en la tentación de echar mano a su
aplicación.
La historia lo muestra,
pues antes de Diocleciano existieron otros muchos, como también otros muchos
después de él. Los controles de precios y salarios han sido aplicados en muchos
países y el nivel de “agresividad” en esa aplicación varió según el régimen
político vigente, más o menos democrático, más o menos libre.
Para el tema, es
sumamente interesante la reseña casuística de la obra “4.000 años de controles de precios y salarios” de Robert
Schuettinger y Eamon Buttler (Ed. Atlántida, 1979) para hacer un listado de
antecedentes históricos con este tipo de políticas.
Lo cierto es que sin
importar la situación política de cualquiera de los países que los
implementara, todos se impusieron con el mismo discurso de fondo: la avaricia
de la gente como disparador de acciones directas de base microeconómica.
Entonces: antes fue la avaricia “de los súbditos”. Desde el Siglo XX
(especialmente a partir de mitad del mismo) es la avaricia “de los empresarios”
dando la sensación que el concepto de “súbito” tan solo ha cambiado de matiz
con el paso de la historia en la relación Gobierno-ciudadanía.
El Edicto de
Diocleciano que citáramos antes, nacido en el a.301 AC es notable y salvando la
distancia en la extrema gravedad de las penas a su violación, tiene mucho de
coincidencia con otros intentos de controles de precios en el siglo XX en el
mundo entero.
Ese edicto es revelador de la filosofía detrás de este tipo de esquemas destinados a frenar el incremento de precios, particularmente lo que fundamenta las penas.
Es interesante al
tema de este post la cita de algunos párrafos centrales del Preámbulo de dicho
edicto, para exponer más claro de qué estamos hablando:
“…Nos complace por lo tanto, que los precios de los
artículos bien determinados en la lista que se detalla más adelante, son los
que deberán tenerse en cuenta en toda la extensión de nuestro dominio, de tal
manera que todo hombre comprenda que la libertad de exceder dichos precios
queda coartada…”
“Por otra parte, esta restricción constituye una
obligación mutua entre vendedores y compradores…”
“Por lo tanto, puesto que es un hecho establecido que
también nuestros ancestros emplearon el método de la nueva legislación mediante
la cual se limita la audacia con un castigo previsto – ya que es muy raro que
la condición humana se beneficie haciendo uso del libre albedrío. Siempre es
el temor el maestro más justo de todas las obligaciones, que restringirá al
hombre y lo guiará por la senda del bien – es nuestra voluntad que aquella
persona que hubiera osado actuar en contra de las disposiciones de esta ley sea
sometida a la pena de muerte.”
“Y que nadie considere éste un castigo cruel, ya que el
acatamiento de la moderación constituirá la defensa contra el castigo”.
La historia en el
Siglo XX también cuenta muchos otros antecedentes para mostrar en todos los
continentes, incluyendo a muchos países que hoy manejan los efectos
inflacionarios desde la perspectiva correcta: la macroeconómica. Pero en otros
tiempos (pre y post guerras, particularmente) aplicaron controles de precios
(lógicamente sin pena de muerte, pero sí con otras sanciones: confiscaciones,
decomisos, sobreimposición, etc.): Francia, Alemania, Dinamarca, Holanda,
Australia, EEUU, dentro de una lista que parece no tener fin, excepto porque
hay una cantidad definida de países en el mundo.
En Argentina los
casos más recordados de controles de precios han sido de la gestión de Perón en
su primer gobierno y también en su segundo gobierno (73-76
Campora-Perón-Martinez de Perón). El otro antecedente recordado es el de Alfonsín
a mediados de su mandato. Pero también han tenido versiones de distinto tipo en
algunos gobiernos militares (sino no tendría explicación la Ley de
Abastecimiento).
Y, por supuesto, en
la historia mundial: Alemania tuvo su momento “dioclecianista” por llamarlo de
alguna manera. Cuando llega Hitler al poder instaura esquemas muy fuertes del
tipo mencionado, con la creación del Delegado de Precios del Reich, quien
poseía facultades geográficas notables, dentro de una gran estructura
burocrática dirigida a controlar precios y salarios. Las leyes si bien no
preveían pena de muerte, si preveían arresto y multas ilimitadas.
Lo cierto es ninguno
de los casos, más allá de cierto tempo de aplicación, se lograron resultados. A
la larga: solo mayor inflación, con producción en caída. Además, queda el
antecedente también que la instauración de los controles de precios es fácil
pero no acompañados de una acción anti-inflacionaria de origen macroeconómico,
son difíciles de desarmar. Y, finalmente, la historia muestra que las salidas
terminan siempre en “reviente de precios relativos” y re-distribuciones
de ingreso fuertemente regresivas.
En ese sentido, una anécdota interesante de la historia surge en momentos en que EEUU estaba evaluando aplicar controles de precios y salarios, cayendo en los errores típicos de los Gobieros, Herman Goering, responsable del Planeamiento Económico en el Tercer Reich le comentaba a un corresponsal de guerra, Henry Taylor lo siguiente: “…Su América está implementando una serie de medidas económicas, que nosotros descubrimos nos causó muchos inconvenientes. Están intentando controlar los precios y jornales, el trabajo de su pueblo. Si implantan ese sistema deberán controlar la vida de las personas y ningún país puede intentarlo a medias, Yo lo hice y fallé. Asimismo, una nación tampoco puede imponer un control absoluto. Y lo intenté y también fracasé. Uds no son mejores planificadores que nosotros. Suponía que sus economistas comprenderían los sucesos que ocurrieron aquí ¿Sucederá como siempre que las naciones no aprenden de los errores de los demás y cometen los mismos errores una y otra vez?...”
Sin palabras, ¿no?.
4. CONTROLES DE PRECIOS: ACCIONES DE NATURALEZA
MICROECONÓMICA. ¿Y ALGO MÀS?.
Dejemos lo histórico
por un momento y volvamos a lo técnico.
Consideramos entonces
que estas acciones de tipo directo contra la inflación estarían nutridas de conceptos
de microeconomía tales como posiciones dominantes, acuerdos oligopólicos de
precios o la manipulación de éstos por situaciones cuasi monopólicas. De lo
contrario, técnicamente, habría incoherencia entre diagnóstico y solución
provista.
Y por analogía con
antecedentes de otras partes del globo y la historia, ese parecería ser el caso
de Argentina. Aunque las restricciones sobre adquisición de moneda extranjera
deberían considerarse acciones heterodoxas sobre una variables de
macroeconomía. Pero en general podríamos presumir que, como sustento técnico de
economía, el Gobierno estaría basándose en criterios “Micro” prescindiendo de
la “Macro”.
Ahora bien: también
podría dudarse del enfoque. Quiero decir: ¿Será realmente así? ¿Es una
deliberada apelación a conceptos microeconómicos la que existiría detrás del
análisis de las causas de la inflación? ¿O acaso esa forma de definirlas sería
el sustento técnico para introducir otra cuestión más vinculada con lo político
que con lo económico?
De los discursos que
pueden escucharse o leerse, uno se inclinaría más por pensar que la base conceptual microeconómica sugerida es en
realidad el argumento que permitiría sostener con cierta visión académica la condena
política a las acciones macroeconómicas anti-inflacionarias, sea porque se
precalifican de recesivas, sea porque se las asimilan a las propias de los ´90.
O por lo que fuere.
5. LA HISTORIA CERCANA EN NUESTRO PAÍS: DESDE 2006 A LA
FECHA.
Si tuviera que
definir en qué momento empieza el escenario de inflación creciente en nuestro
país, debería remontarme a finales de 2004. Allí se daba la discusión entre
BCRA y Ministerio de Economía sobre el tipo de cambio de referencia. El primero
considerando que técnicamente debía estar más cerca de los $ 2,80 mientras que
el segundo, desde la tradicional visión argentina industrialista, consideraba
que debía estar más cerca de $ 3,30 o incluso $ 3,50.
Téngase en cuenta que
esos pesos que entran al mercado para comprar los dólares destinados a “valer
más cerca de $ 3,50 que de $ 2,80” solo pudieron esterilizarse (es decir:
volver a quitarse del circuito) parcialmente. El BCRA lo hacía emitiendo Lebacs
y Nobacs licitadas a bancos. La entidad monetaria se re-hacía de parte de los
pesos usados para comprar los dólares y evitaba que el derrame tuviera impacto
fuerte y fuera fuente incontenible de inflación.
Lo cierto es que
hasta finales de 2006 el impacto fue menor porque convivió con superávits
gemelos y particularmente desde el frente fiscal, buen superávit primario. Este
luego perdería peso y la relajación de la política fiscal con la convalidación
de ajustes anuales de paritarias alejadas de la productividad del país, la
expansión creciente de la oferta monetaria y el exceso de liquidez encendieron
el motor que hoy desea apagarse.
Solo el atraso
cambiario quedó como ancla anti-inflacionaria. Pasaron Miceli, Peirano,
Lousteau y Boudou. Ahora está Lorenzino.
Ninguno tuvo suerte.
El juego antiinflacionario se llevó acabo siempre más en “cancha” del Sec. De
Comercio Interior que en áreas más técnicas del Ministerio de Economía.
Claramente una visión microeconómica, si se buscara sustento técnico a la
decisión política.
Quedaron entonces los
“techos” a tarifas, los “acuerdos” de precios y el dólar BCRA atrasado como únicas
acciones llevadas adelante en un marco de expansión fiscal y monetaria, lo que
de prolongarse en el tiempo, inevitablemente termina en sobrecostos económicos
y sociales posteriores.
Y esta última medida
de acuerdo por 60 días, que en la semana pasada sumó a eslabones anteriores en
la cadena de comercialización (por reclamos de supermercadistas) se toma
previendo que se vienen paritarias y que incrementos salariales desmesurados en
un marco de “techo” a precios y tarifas, complicarían el escenario aún más.
En el corto plazo, o
al menos en esos 60 días, es posible que logren efectos estabilizadores. Pero
pretender perpetuarlo mucho más, sin acompañarlos con medidas de “Macro” es
comprar el problema agravado a la vuelta de la esquina.
Se esperan medidas de
las mencionadas para evitar salidas de shock. Y sí: todo es posible. Sin
embargo, debemos tener en cuenta que es año electoral.
6. LA INFLACION DESDE LA PERSPECTIVA MACROECONOMICA.
Entonces: ¿qué significa diagnosticar la
inflación desde la macroeconomía?.
Es básicamente buscar
sus causas en:
-
la
política fiscal (gasto público, niveles de superávits primarios necesarios,
financiamiento desde BCRA)
-
la
política monetaria (crecimiento de la oferta de dinero y excesos de liquidez),
-
la
política cambiaria (atraso cambiario, desde la administración del tipo de
cambio por el BCRA),
-
política
salarial (en la intervención general que viene haciendo en las convenciones
colectivas, legitimando incrementos desvinculados de productividad)
-
las
expectativas (de los agentes económicos, consecuencia de las cuatro anteriores)
En primer lugar es
necesaria una aclaración: decir que en estos momentos la inflación en Argentina
tiene base macroeconómica, no implica desconocer el peso de ciertos jugadores
en determinados mercados, que pueden jugar un rol que profundiza la inercia de
aumentos de precios.
Es decir: los avaros existen. El tema es como jugar contra
esa avaricia, principalmente porque no todos lo son y las acciones directas han
resultado en mejoras de posición de los no deseados y empeoramiento de la
generalidad. El caso de los agro-alimentos es un ejemplo claro, con casos en
que entre productor y consumidor hay más del 1000% de diferencia en precio y sin embargo
lo único que se ha intentado es “pisar” el precio del producto primario afectando
negativamente el potencial de producción en el primer eslabón de la cadena.
Pero la inflación es
más que esa situación particular de “los avaros” y la verdad que ellos harían menos negocios que actualmente, si el problema del aumento general de precios se combatiera desde la óptica correcta.
Entonces, antes de seguir: reconozco que puede haber algo en la estructura de los mercados que propenda a recrudecer el estado de la inflación. Pero ésta es un fenómeno esencial y sustentablemente corregible desde el diagnóstico y desde las acciones previstas por el análisis macroeconómico.
Conceptualmente, en
macroeconomía puede haber inflación de “demanda” (una demanda que se desplaza
fuertemente sin una respuesta acorde de la oferta, que no es otra cosa que la
producción y/o la importación) o inflación de “costos” (podría llevar un
análisis Micro parcial, aunque generalmente suele vincularse a “inflación
importada” en el sentido que la transmite el mundo a través de insumos que
deben importarse).
Por otro lado, está
la perspectiva monetarista en macroeconomía, según la cual todo sería una
cuestión de cantidad de dinero que circula en la economía, regulable desde los bancos centrales.
Sin embargo, yo creo
que en Argentina tenemos un poco de todo e incluso, mucho menos de lo vinculado
a inflación de costos.
Entiendo que, cuando
analizamos el escenario inflacionario en Argentina, debemos atender a la
evolución “real” del Gasto Público, la evolución “real” de la Oferta monetaria,
la evolución de la inversión y, finalmente, de las expectativas.
Pero: también el tipo
de cambio.
En definitiva, todos
los ítems que definí al principio de este apartado, respecto de los cuales en
los últimos 5 años podemos detectar:
a.
gasto
público creciente a tasas muy altas que primero disminuyó y luego eliminó casi
totalmente uno de los principales logros del primer Gobierno de Kirchner: el
superávit primario
b.
excesiva
liquidez propia del crecimiento de la oferta monetaria, al principio por
propender excesivamente a un tipo de cambio competitivo, luego financiando el
gasto público desmedido
c.
niveles
salariales para toda la economía que hace ya 3 años se desvincularon del nivel
de productividad impactando fuertemente en costos de producción, además de
profundizar el crecimiento del PBI sobre base consumo “tironeando más la
demanda”
d.
el
dólar atrasado, que vinculado a c. implica ingresos locales altos en términos
relativo, mucho poder de compra inflado, altos costos de producción, pérdida de
competitividad y rentabilidad y por ende, reducción del nivel de inversión
productiva que a través de la producción vaya recomponiendo la oferta para que
responda a los incrementos de demanda implícitos en semejante “fogoneo” del
gasto.
En definitiva: todo
un “cocktail” que potencia la demanda frente a la oferta.
Adicionalmente, en este proceso la inversión desde la
concepción macroeconómica, dimensionada como la Inversión Bruta Interna Fija no ha
tenido la suficiente participación en el PBI que acompañe ese crecimiento que
todos deseamos sostener a “tasas chinas”.
Si descomponemos la IBIF
nos encontraremos que en los últimos 5 o 6 años, gran parte de la misma es obra
pública, no totalmente vinculada con el aumento de producción (es decir: poca ruta, poco puente, poca infraestructura base para la producción) e inversión
privada en construcción de edificios residenciales. Al final: una insuficiente
presencia de inversión en maquinaria y equipo, que es la que reflejaría ese crecimiento
potencial de la oferta para afrontar la demanda incremental.
Y en ese marco de descalce
oferta-demanda, exceso de liquidez, atraso cambiario y distorsiones en precios
relativos aparecen las expectativas de los agentes económicos. Otro elemento del
análisis macroeconómico.
No son otra cosa que:
-
las
expectativas del consumidor que parece no encontrar destino a sus pesos y
prefiere seguir gastando más y más,
-
las
expectativas de los bancos, que al haber incertidumbre para inversión,
redirigen capacidad prestable a lo que es financiamiento del consumo vía
tarjetas de crédito y retroalimentando la demanda o meros servicios para el
gasto de las personas,
-
las
expectativas del ahorrista que no encuentra ese destino en el sistema financiero convencional, ve
saturado el mercado inmobiliario y prefiere ir al dólar (en donde lo pueda
conseguir y pagando lo que cueste), salvo que pueda conseguir algún activo
dolarizable en algún sentido,
-
y finalmente,
las expectativas del productor que ante la falta de señales o con cierta
incertidumbre, se limita a operar con la capacidad instalada buscando que
cualquier “reventón de precios relativos” lo agarre en el medio de
implementación de un plan de inversión alargando fuertemente los plazos de
recupero o incrementando el costo financiero.
Con esto último no
quiero decir que no hay inversión productiva por parte del sector privado. La hay: pero se observa más que
nada en aquellos mercados en los cuales los agentes económicos ven que la
demanda internacional muestra un sostén interesante de M.P/L.P. y están, por
ende, dispuestos a “bancarse un chubasco” en el medio. Por ejemplo, todo lo vinculado
a agro-alimentos. E incluso, crece la inversión en inventarios como cobertura
de inflación previendo crecimiento de los costos de reposición. Todo
expectativas.
7. ENTONCES.
Entonces, sigo convencido que solo solucionaremos el problema desde una perspectiva macroeconómica.
Las expectativas
descriptas genéricamente antes, son las que retroalimentan escenarios de
inflación y se trasladan a salarios y precios.
Para poder aplacarlas
con suficiencia, los agentes económicos deben ver que se planifican remedios de
macroeconomía aplicables sobre las variables ya mencionadas: política fiscal
(ingresos y gasto público), política monetaria, política salarial (más micro
que macro, pero como se trabaja desde el efecto dominó de una paritaria que
referencia a las otras, termina operando como macro) desde un criterio que siga
a la tasa de productividad de la economía y política cambiaria.
Así, cuánto antes se
exterioricen, más cómodo será el “post día 61”.
Pero: 2013 es año
electoral en Argentina, generalmente no se lleva bien con la implementación de
medidas del tipo señalado.
8. ANTES DE TERMINAR TOTALMENTE: UNA ACLARACION SOBRE DOS PUNTOS.
Lo que estimo debe
aplicarse, según lo expresado antes, tendrá seguro y previsiblemente dos
aristas de confrontación:
a. La primera es que lo que uno sugiere se emparentaría con
políticas recesivas de destrucción de empleo, “ya vividas y moralmente
irrepetibles”
b. La segunda es que los países desarrollados están pagando “sus
cuentas” a través de la crisis sufrida, como consecuencia de “esas recetas”.
En cuanto al inciso a) cabe manifestar lo siguiente:
a.1. desde 2007 se estancó el nivel de
desempleo y no se generan en términos netos nuevos puestos de trabajo en forma
significativa, lo que se puede verificar observando indicadores del propio
Indec.
a.2. en 2012 se tuvo un crecimiento
cercano a 0. Supongamos que sea el que informa el INDEC: 1,9%. Consideremos que
bajamos casi 6 puntos en la tasa de crecimiento en un solo año. Y en general se
atribuye a las restricciones sobre la compra de moneda extranjera que aumentó
la fuga de divisas, secó la plaza y aumentó el costo del dinero.
a.3. en 2013 se espera un crecimiento
cercano a 0. En el mejor de los casos, parecido a 2012.
a.4. el peor escenario: crecer entre 0%
y 2% conviviendo con una inflación del 25%/30%. Nada lindo.
a.5. finalmente hoy la inflación es una variable que "traba y frena" las decisiones de mayor inversión y mayor consumo, por lo cual es más destructora de empleo que una acción macro anti-inflacionaria.
En cuanto al inciso b) cabe manifestar lo siguiente:
b.1. la crisis emerge cuando EEUU
reacciona equivocadamente a lo que temía un crecimiento de la inflación y una
burbuja inmobiliaria (finales de 2005)
b.2.. la primera fue error de
diagnóstico y la segunda fue creada por el propio Gobierno, desde el
mantenimiento durante excesivo lapso de tiempo las tasas bajas (2001-2005), combinadas con
gasto público (fundamentalmente en defensa) y endeudamiento creciente
b.3. exceso de liquidez que dio
nacimiento a ingeniería financiera, con productos estructurados y recompuestos
en sucesivas securitizaciones para terminar prestando a “imprestables”, por ser
necesario seguir haciendo girar la moneda
b.4. en Europa, la decisión general de
una moneda común requería convivir con ciertos requisitos macroeconómicos a
seguir por los países miembros, los cuales nunca se siguieron como corresponde
y las distorsiones se vislumbraron
b.5. exceso de liquidez que se vio en
países como España e incluso Inglaterra, con un crecimiento desmesurado y
apalancado en la inversión inmobiliaria residencial
b.6. China sosteniendo desde el otro
lado esta situación, por un Yuan devaluado incongruente con el crecimiento de
sus exportaciones al globo, los superávits comerciales e incremento de reservas
soberanas
b.7. Japón manteniendo niveles de deuda
incompatibles con su estructura de producción, sin avanzar en reformas por
venir conviviendo con casi deflación desde hace 3 décadas.
b.8. cuando los bancos centrales de
esos países se creen dueños de la “sintonía fina”, ajustan las tasas de interés
para enfriar y destruyen todos los contratos estructurados en el sistema
financiero, destinados a convivir con exceso de liquidez y préstamos a
imprestables, que terminaron inflando la burbuja inmobiliaria. La que al
reventar, dejó lo que ya sabemos.
b.9. ahora España, Grecia, Italia,
Chipre, Francia sin poder ajustar porque conviven con desempleo del 11% y mucha
bronca social.
b.10. los banqueros hicieron grandes negocios, pero el impulso se lo dio el Estado a travès de los excesos de liquidez inflingidos. Ademàs que, cuando "cualquiera accedía a una casa" en EEUU, Inglaterra, España o Grecia, los gobiernos se ufanaban de sus "excelentes políticas de desarrollo" mientras a espaldas crecía el "globo" que luego reventaría.
ENTONCES, en la crisis financiera y particularmente en este doloroso momento de Europa, siempre debe recordarse que “el fuego”
dio inicio por exceso de liquidez derivado de gobiernos dispendiosos y bancos
centrales excesivamente creídos de su capacidad de manejar "sintonía fina".
NO
HAY QUE DEJARSE CONFUNDIR EN ESTO.
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